Maldito oro...

Maldigo el oro maldito…
Maldito sea el que lo compra…
El que lo vende, lo regale o lo acepte…
Maldito el que lo busque y el que lo trabaje…
Maldito el que lo atesore o custodie…
sean igualmente todos malditos y los maldigo yo…
Maldito sea el que lo robe o lo arrebate a los muertos…
Maldito sea el que se adorne, maldito sea…
Malditos todos malditos, tanto si deslumbran o se dejan deslumbrar por el…

Nos han arrebatado nuestras raíces…
Y ahora desraizados caminamos como pollo sin cabeza…
No queremos creer en Dios y acabaremos creyendo en los santos…
Y como toda acción tiene su reacción aquí estamos esperando que esta se produzca…
Lo cierto es que hace demasiado tiempo que ya todo pasó…
No se puede hacer nada en presente que necesariamente no llegue demasiado tarde…
Adoramos al becerro de oro y así nos va…

Ese oro, que te pones…
Ese mismo oro lo mas probable es que haya sido robado, de la dentadura de algún cadáver, de los muertos de todas las guerras, por supuesto del holocausto nazi…
Ese oro está manchado de la carne podrida de donde fue arrancado…
Olfatealo, huele a muerte…
Por ese oro, que te pones…
Con ese oro se pagaron esclavos…
Seguramente han matado, explotado y se han comprado y vendido voluntades…
Si  para conseguir ese oro se ha causado desgracia, lo mas probable es que la desgracia acompañe a quien se lo ponga, al contrario que un amuleto…

Yo no me pondría nunca algo de oro, sin la garantía de que tienen buen espíritu, de que ha sido sacado de la tierra limpiamente…