Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús…

Entonaba la monja, desde un rincón de la Basílica, junto al Sagrado Retablo…
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús…
Y las feligresas y las beatas respondían con muy poca voz…
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte…
La santa monja repetía una y otra vez la misma oración sin cambiar un ápice, ni una coma, sin cambiar el tono, ni alzar la voz…
Mientras se podía escuchar, en tono mucho más bajo casi inaudible, la respuesta de las beatas y feligresas a cada una de sus plegarias…
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús…
Repetía sin inmutarse, resonaba por la nave central de la Basílica, bajo la cúpula, los ecos que comedidos y pausados se me antojaban hipnóticos y trascendentales, que aumentasen de volumen y que me desbordasen…
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús…
Como lluvia que no cesa convertida en Manto…
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús…
No se veía apenas desde donde rezaba y rezaba, sin aparente fin, sin cansancio, con fuerzas cada vez renovadas…
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús…
El incienso y el perfume a flores acompañaba a los ecos, apenas había nadie…
Me dio la impresión de que le hubiera dado igual seguir rezando sus plegarias sin nadie, igual de entregada, con inagotable energía…
Sentí deseos de beber de aquella santidad que se derramaba...