Recuerdo y añoro la ciudad donde nací…
a pocos metros de mi casa justo en frente había una pequeña explotación agrícola familiar y una para aquella época gran granja de cerdos…
cuando digo que me gusta el olor de las pocilgas siempre hay alguien que se ríe, pero lo cierto es que para mi es uno de los mejores olores que puede contener el ambiente…
una vez hace ya algo más de cuarenta años me caí dentro de un pozo de purines de cerdo…
los purines de cerdo son purines de cerdo…
yo en aquella época les llamaba meaos de cerdo mezclados con su propia mierda, (con perdón), porque en esencia eran eso…
Mas o menos a la misma distancia pero un poco mas lejos a la derecha justo en frente había también una fabrica de huesos…
nunca supe bien lo que hacían con tantos huesos pero era una fábrica relativamente grande incluso para esta época…
de ella si que salía mal olor cada día…
a mi no me molestaba tanto como a mis hermanos mayores, claro ellos no habían nacido en ese ambiente…
solía cazar lagartijas en los desconchones de sus paredes y por sus alrededores junto con mi amigo salvador que era el hijo del dueño de la granja de cerdos…
por cierto fue mi amigo salvador el hijo del porquero que era un año mayor que yo, el que me sacó del pozo de meaos…
muy al pelo lo de salvador…
recuerdo perfectamente la paliza que me dio mi madre cuando aparecí por mi casa, yo tenia mas o menos cinco años…
me estuvo dando palos mientras me lavaba metido en una palangana encima de una silla…
¡pa haberse ahogao! decía y me daba otro palo, mientras me pasaba una esponja o un trapo mojado por mi cuerpo en pelotas…
yo lloraba como una magdalena, pero en el fondo sabia que me lo merecía…
yo ya venía llorando desde el sitio de todas maneras…
Un poco mas a la derecha de la granja y de la fábrica de huesos había una fabrica de guano…
guano es guano pero para que nos entendamos, aquello era una fábrica que recolectaba toda clase de desperdicios de cuero y otras materias y los convertía en eso, en guano…
algo así como el nitrato, alimento químico para las plantas…
recuerdo que traían camionetas llenas de zapatos viejos de piel, bolsos, retales decuero y de vez en cuando incluso algún balón de fútbol viejo…
con todo eso hacían luego diferentes productos con diferentes texturas, bolitas del tamaño de granos de arroz otras materias parecían azúcar y otras tierras de diferentes colores…
el suelo era negro…
completamente negro…
cuando llovía se hacia un amasijo de barro negro que además de oler malamente a cuero lo manchaba todo…
una vez jugábamos a saltar un charco entre dos montones de tierra negra de mas o menos sesenta o setenta centímetros de profundidad…
la verdad es que era difícil de saltar pero yo salté…
mi amigo jesús al que llamaba jesusín también lo intentó saltar y lo hubiera hecho de no ser porque yo le puse la trabanqueta, (zancadilla)…
salió del charco igual que yo salí del pozo de purines, solo que él de color negro…
recuerdo perfectamente como salí corriendo gritando que el jesusín se ha caído en un charco y como el se acercaba a su casa con los brazos abiertos y completamente como de un baño de chocolate, con esa textura, pero negro…
no te puedes fiar de la mitad de la cuadrilla…
estuvo mal lo que hice pero juro que fue un acto reflejo…
el se disponía a saltar y conseguir igualar mi proeza de saltar el charco…
automáticamente se me disparó el pié…
un reflejo extraño fruto sin duda de la competitividad de esa época…
supongo que es algo parecido a lo que en algunas ocasiones les ocurre a los niños cuando en una carrera se acercan a meta y alguien corre con mas fuerza y se cruzan para que no le adelante o le pone los codos en la salida…
un poco mas allá…
un poco mas lejos de la granja en dirección al sol, en dirección a la mar pero no mucho mas lejos, solo unos pasos había una ermita del siglo XIII creo y calculo, donde me bautizaron…
por esas dos hectáreas mas o menos pasábamos los ratos que teníamos libres los niños…
jugábamos a la galdufa,(trompo), a la lima, al palete, al escondite, a, pillar y mas cosas…
en aquella época se jugaba con cualquier cosa…
con el aro de la rueda de una bicicleta sin radios…
con un arco de flechas de paraguas…
con un tirachinas con la maneta hecha de una rama de olivo y las gomas de la recamara de una rueda de moto o de coche…
cometas…
dardos…
y en general con cualquier cosa que fuese lo suficientemente peligrosa como para matarse o perder un ojo…
los niños de entonces es que éramos muy brutos, muy peleones y en general arriesgados…
así nos brillaba el pelo…
que cuando no era uno era otro el que se metía en algún problema y a parte de salir aporreao como se dice por aquí, luego te zurraba tu padre o tu madre…
aunque las madres daban mas flojo…
los padres depende de cómo fuese la cosa salían con la correa y entonces si que no…
ya con esa edad, con cinco años tuve mi primera novia, era una niña mas o menos de mi edad hermana de una amiga de mi hermana…
nunca pudimos hablarnos porque nos moríamos de vergüenza…
yo hacia todo lo posible por verla cada mañana cuando íbamos al colegio a diferentes clases…
nos mirábamos cada mañana y nos sonreíamos, casi todo el mundo sabia que éramos novios y de vez en cuando se reían de nosotros…
era muy guapa, ya no recuerdo su cara, pero durante muchos años y yo muy mayor la recordaba, era como un ángel, mi chica ideal…
una vez en una de nuestras correrías salvador y yo estuvimos husmeando por las pocilgas…
había barias pocilgas, cada una de ellas tenía treinta o mas cerdos…
la cosa es que nos dejemos uno de los pestillos mal cerrado y se escaparon los cerdos en dirección al centro de la ciudad, creo que barcelona…
los cerdos es que son muy inteligentes y si ven una puerta que se puede abrir la abren y todos salen que se las pelan en piara…
treinta cerdos o mas corriendo por la calle de adoquines dirección al la ermita donde me bautizaron…
al final los pudieron reducir pero su trabajo costó…
no lo recuerdo bien, creo que nos tragó la tierra a los dos…
cogíamos higos con una caña en la que colocábamos una piedra convenientemente en la punta rajada en tres o cuatro trozos…
las higueras estaban en la parte de atrás de las pocilgas y una acequia de purines nos separaban de ellas…
como con cinco años no teníamos suficiente pericia la mitad de los higos se nos caían en la acequia de purines o caían en la otra parte de la acequia donde no podíamos pasar…
otros higos caían en el borde de la acequia y se manchaban, solo si se manchaban mucho no nos los comíamos…
una vez encontremos una caja de chapa de las que por entonces se vendía el colacao, del tamaño de un costurero, llena de higos…
se ve que el hermano mayor de salvador había estado recolectándolos esa tarde…
nos los comimos todos y le dejemos las peladuras…
por eso luego jaime, jaimito, que así se llamaba quería matarnos mientras escondiéndonos detrás de su madre negábamos haber sido…
es que éramos malos…
no ideábamos nada bueno…