Dicen que quien persevera, triunfa. Y así lo han demostrado las costureras de la villa filipina de Dado, quienes hartas de no poder entregar sus productos por la violencia en las carreteras, presionaron a sus maridos negándose a tener relaciones sexuales. Los combates cesaron en pocos días y la carretera principal volvió a ser segura. Los hombres prefirieron el sexo a la guerra.
En dos semanas se consiguió acabar con una revuelta separatista que castigaba la isla desde 1970. El éxito de la lucha de estas ‘heroínas’ radica en que no discrimina ni provoca aversión de ningún tipo. Toca lo más profundo de la existencia humana y las necesidades del hombre. Tal vez por eso no es la primera vez que las mujeres utilizan esta táctica con el fin de 'lograr' algo.
En la antigua Grecia, Lisístrata, un personaje de Aristófanes, utilizó la misma táctica para poner fin a la guerra que enfrentaba a atenienses y espartanos. No calculó entonces el famoso comediógrafo griego que su obra llegaría a convertirse 2.400 años después en fuente de inspiración para mujeres de todo el mundo que se valdrían de este método como arma poderosa para ganar arduas batallas.
Es el caso de Leymah Gbowee. La Nobel de la Paz emplazó en 2003 a las mujeres de su Liberia natal a una huelga de sexo que consiguió poner fin a la guerra civil que atravesaba el país africano.
Ese mismo año, tanto en Europa como Estados Unidos, diversos grupos de mujeres se negaron a mantener relaciones sexuales coincidiendo con la Guerra de Irak. Tres años después, la 'huelga de piernas cruzadas', en Colombia, sirvió para frenar el tráfico de drogas y crímenes violentos.
En 2008, en una localidad de Turquía las mujeres decidieron protestar de este modo hasta que sus maridos no hicieran algo por solventar el problema de abastecimiento de agua que padecía el pueblo. Objetivo logrado.
La idea se repitió un año después en Kenia a modo de protesta por las tensiones políticas del país. Hasta la mujer del primer ministro, Ida Raila Odinga, se unió a esta particular lucha en un intento de que las conversaciones para la formación de un nuevo Gobierno federal llegasen a buen puerto. Una semana de ayuno sexual bastó para restablecer las negociaciones entre los partidos.
En febrero una senadora belga propuso la misma idea a las mujeres de los negociadores de la crisis del país. El conflicto se resolvió el mes pasado. Poderoso caballero es Don Sexo, sin duda.