retazos...

¡Levantaos, desgraciaos de la vida!...
Con voz de pito, nos despertaba el cavo de cuartel…
¡levantaos, desgraciaos de la vida!...
Y poco a poco nos íbamos desperezando, vistiéndonos y comenzando a salir al patio para formar…
Así nos levantamos algunas madrugadas en el barracón…
Y que razón tenía el cavo…
De alguna manera todos éramos en más o menos grado victimas de esta vida cruda, despiadada y cruel, en la que de vez en cuando nos despertábamos con un nuevo suicidio, que en determinadas épocas del año incluso se convertían en una rutina más…
Nos enterábamos de quien se había suicidado y en algunas ocasiones incluso habíamos hablado unos días antes con ellos…
Recuerdo la conversación que mantuve con un suicida, precisamente comentado el suicidio de otro esa misma noche…
¡Yo antes de suicidarme me cargaría a unos cuantos hijos de puta! dijo…
Otra cosa no, pero los hijos de puta y los corruptos eran de lo mas abundante en el cuartel…
“Espero que les haya ido muy mal y hayan purgado todas sus tropelías y atropellos uno a uno”…
No se si pasó una semana, antes de que el mismo se suicidase…
Le quedaba poco para licenciarse, era aficionado a las drogas duras y seguramente no veía salida en la vida civil…
Se pegó un tiro, como tantos, aprovechando que se había puesto de moda la cosa y supongo yo, intentando pasar desapercibido…
¡Levantaos desgraciaos de la vida!...
Desgraciados en general…
Con las mujeres…
Con el trabajo…
Con la familia…
Con los negocios…
Acertadamente éramos un poco eso, inadaptados, rebeldes, homicidas, conflictivos, adictos, buscavidas, busca ruinas, ex presidiarios, vagabundos, extranjeros que se habían quedao tiraos aquí y los que querían legalizar su estancia entre nosotros…
Algunos éramos un poco todo eso y alguna cosa más que no se puede contar, criminales en potencia, otros sencillamente querían matar y hacían las guardias de polvorín voluntarias…
Teníamos cosas que ocultar o que pagar…
el azar decidía nuestro destino y nosotros mas o menos resignadamente nos limitábamos a aceptarlo…
pero no era todo así aunque tampoco dejaba de serlo…
dependía de la persona, del día y a veces incluso de la hora…
algunas veces nos escapábamos de noche vestidos de paisano con ropas antiguas que algún reenganchao nos prestaba…
pantalones de campana muy pasados de moda y zapatos de tacón…
parecíamos viajeros del pasado acabados de llegar o una ráfaga de otro tiempo…
nos entreteníamos jugando algunos cartones en el bingo acompañados por alguna puta fuera de servicio…
pero en realidad lo que hacíamos era jugárnosla, porque si te pillaban en una de esas escapadas nocturnas la cosa tenia graves consecuencias…
pero bueno…
si hablamos de mi, yo por aquellas fechas estaba muy por la faena de superar todo aquel infierno y labrarme un futuro y no iba del todo desencaminado, había tocado fondo y era consciente de ello…
sabia que en algún lugar existía ella…
sabia que de alguna manera encontraría el futuro en el que ahora parece que me desenvuelvo tan desahogadamente…
pero eso es otra historia…

Un compañero precisamente uno de los que solía escaparse por la noche vestido de manolo…
Conoció a una prostituta con un hijo…
Su personalidad cambió tan por completo que pasemos de un día para otro a ser desconocidos…
No se si se la llevó para Madrid al final porque le perdí la pista…
Quizás encontró algo muy valioso que yo en esa época no estaba preparado para entender…
Dos vidas desgraciadas se encontraron y decidieron probar suerte supongo…
Nada que objetar…
Un caso parecido el de un cavo primero que era un poco tartaja…
Se echó de novia a una prostituta y por lo visto se iba a casar o a juntarse con ella…
Supongo que era o lo que siempre había buscado o algo que encontró y no quiso perder…
Sus compañeros se cachondeaban de el por la condición de su novia…
Un día pidió un subfusil para hacer una guardia y los ametralló a todos en su cuarto…
Al salir le disparó en el pecho a uno de ellos pero se le encasquilló el arma…
Por casualidades de la vida y por suerte para el y para ellos o porque con esas edades y esas vitalidades se tienen varias vidas no mató y no murió nadie…
Lo metieron preso y supongo que no pasaría mucho tiempo en la cárcel de una manera o de otra seguro que hace ya muchísimos años que estará libre…

Había un tipo extremadamente peligroso e indomable…
el tiparraco cruzaba la calle con chulería sin mirar a los lados y los coches se tenían que parar...
No se le podía sacar punta de ninguna de las maneras…
Había pasado directamente de cumplir una condena de cuatro años a convivir con todos nosotros…
Tenia “tics”, de los que te dan cuando recuerdas cosas que ya no puedes evitar, pero el los sufría especialmente agudos…
Como no había manera de sacarle provecho y había pasado la mayor parte del tiempo de su estancia en el pelotón de castigo, en vez de echarlo de un puñao a la calle o mandarlo a una prisión militar me lo endosaron de ayudante suministrante…
Parece que no, pero en el ejército hay muchos lumbreras…
Recuerdo algunas conversaciones con ese tiparraco…
Comentaba lo desgraciada de su vida y que fue malo porque lo hicieron malo…
En varias ocasiones me comentó que quería matar a un inocente como venganza por el mal que le habían hecho…
Un día le agarró el fusil a uno de la guardia…
Uno recién llegado…
Un inocente…
Sonó un disparo que se escuchó en todo el cuartel…
Un disparo de cetme, que es el fusil con el que se hacían las guardias…
Por lo visto dijo en voz alta que quería matar a un inocente antes de apretar el gatillo y asesinarlo…
Tuvo que recuperar el arma y cargarla antes de poder disparar…
Salió corriendo e intentó quitarle el arma a otro de la guardia que estaba de plantón junto a unas bombonas de propano, como no pudo quítaselo intentó fugarse saltando la alambrada…
Un capitán de paisano ayudó a detenerlo mientras se lamentaba de no portar la pistola reglamentaria…

Un gastador…
Los gastadores son los que hacen todas esas piruetas en los desfiles con los fusiles y que normalmente desfilan con una cabra, con un mono, con un jabalí…
Este debió de tomar algo raro, fumarse algo raro o la tensión de aquel lugar pudo con sus nervios…
No se que hizo, la cuestión es que lo metieron en el pelotón de castigo…
Perdió un poco la pinza, no hablaba con nadie y desfilaba con la escoba haciendo piruetas con ella como si estuviera desfilando…
No se les podía hablar ni podían hablar, en los ojos se le notaba su ausencia, cualquiera sabe donde…
Supongo que debe de ser como una especie de sueño o una especie de pesadilla…
Algo parecido a un zombi…
No era del todo raro encontrarse con alguien en ese estado…
La mirada perdida, las pupilas dilatadas…
el día a día se les había hecho tan irreal que sencillamente no se lo querían creer o de alguna manera el inconsciente se ponía en piloto automático para evitar daños mayores…
en una ocasión encontraron una carta en una papelera, escrita por alguien, dirigida a su madre, en la que le pedía que lo sacaran de allí, que no podía mas, que aquella gente eran unos indeseables de la peor calaña y que de buena gana los ametrallaría a todos…
era un buen muchacho de mi misma expedición y aunque no éramos amigos si que tenia una amistad con migo franca y abierta…
un cabo primero reenganchao sin escrúpulos, un amargao, alcohólico con aspecto de tuberculoso encontró la carta en la papelera y se la entregó al capitán de la compañía con la intención de amargarle aún mas la vida a aquel chaval…
recuerdo como me contó lo que ponía…
como si hubiera encontrado a un traidor donde en realidad solo había un pobre muchacho que no podía mas y que tras de las amenazas de matarnos a todos se escondía la mas real amenaza de matarse a si mismo…
afortunadamente el capitán tomo buena nota y hizo que aquel chaval desapareciera de inmediato de nuestro cuartel…
yo ya le había perdido la pista y pensaba que lo mas probable lo habían encerrado en el castillo o cualquiera sabe que cosa peor…
pero un día me lo encontré en otro cuartel…
parecía otro…
lleno de vitalidad, de confianza, con un brillo en los ojos y un lustre que delataba que estaba en su salsa…
el tío era el rey de la lavandería de la plaza…
incluso daba órdenes al cabo primero de lavandería, lo trataba como a su compadre…
me alegré mucho de verlo y el se alegró mucho de verme…
comprendí en seguida que el capitán de la compañía había sido su ángel de la guarda y que habría dado instrucciones muy concretas del trato que se le debía de dar a aquel muchacho…