Había escrito tantas cosas sobre ella, creo que la quiero…
Que cuando la he visto, ni en mis sueños, creo que me quiere…
Viene pero nunca llega, se marcha y regresa una vez más, como si estuviera deshojando una margarita, miro sus ojos…
No se termina, y no me canso de mirarla, y de pensar mientras lo hago, en la inmensidad, mira los míos…
Llega hasta mí llena de espuma, luego desaparece en aguas cristalinas por entre mis pies y la arena fina, toco su piel…
Igual de grande que el cielo, pero más azul, toca la mía…
No me la imaginaba así, tan grande y llena de vida y de sonido, la sueño…
Está fría como el hielo, sueña…
Infinita y plana hasta donde nace el sol, y eternamente profunda, le hablo…
He respirado su brisa, ahora ya no se me olvida este olor a mar, a sal, a sol, me escucha…
Azul hasta la raya que surcan los veleros, y llena de misterio, como sus ojos…