Mientras caminamos en la locura de nuestras vidas, del cada día, también estamos ahí…
Nunca dejamos de estar, mientras nos desplazamos en coche a mil por hora, el que lo haga,
o mientras peleamos con esa máquina endiablada por la que nos pagan en la que nos ganamos la vida…
Disputando un partido con los amigos, tomando unas cervezas o dando un beso…
Cualquiera que sea nuestra dedicación, por muy endiablada que esta sea, está plagada de micro encuentros con nuestros más profundos deseos y anhelos…
Son tan fugaces que apenas nos damos cuenta ya han desaparecido y estamos en otra cosa, en una falta, algo que se nos ha caído, una curva peligrosa o una mirada furtiva de alguien que nos interesa…
No tienen mayor importancia, en la mayoría de las ocasiones ni siquiera somos conscientes, pasan desapercibidas, no llegan a ser ni pensamiento…
Salvo para nosotros los poetas, los pensadores, los buscadores de estrellas perdidas, de cielos extremadamente azules…
Nosotros sí que parece que tenemos la serenidad suficiente como para atrapar esas trazas de sueños, que se quieren diluir entre tantísimas cosas que nuestra cabeza tiene que hacer o dedicarle su tiempo…
Nosotros los poetas parece que seamos una avanzadilla de guardia, siempre pendientes con los prismáticos, oteando en los diferentes horizontes, descifrando entresijos, separando las mentiras de los verdaderos instintos….
Nosotros los poetas parece que seamos esos afortunados, que mientras andamos en nuestras cosas, podemos parar el tiempo y hacer nuestras anotaciones, para luego en casa componer un verso, o un escrito, dar una contestación, hallar una respuesta, o una quimera…