A veces la realidad me despierta como con un cubo de agua fría…
Me acorrala, lanza sobre mí sus embrujos y todo tipo de maldiciones…
Cuando cierro los ojos se me aparecen caras horribles, me miran y se ríen de mí…
Si estoy dormido despierto, y si estoy despierto me tapo justo por encima de la nariz…
Me digo que debo de no tener miedo, que ser fuerte…
A medida que me debilito vuelvo a la niñez, ese momento en el que era vulnerable.
Me dice sin falta de razón que no soy nada, que no tengo ningún don, veo caras burlonas que se asoman desde la oscuridad, las miro a los ojos y se me aparece el fuego eterno…
Qué necesidad tiene el diablo de acordarse de mí cuando estoy dormido y a solas?...
A veces la realidad quiere destruir mi mundo, dejarlo sin efecto, castrarlo, como si temiera que pudiera perpetuarse por esto que llamo yo mi cordura, o quién sabe si locura…
A veces la excelencia me atosiga, me insulta, pero si no soy nada que teme?, cuando escribo mis versos sin rimas, sin mucha gracia, ni ingenio, mis relatos cortos…
Es entonces cuando por un momento me desolo…
Todo el mundo, todo mi mundo, este mundo que día a día construyo como una tela de araña a mi alrededor, pierde el sentido, tengo entonces que recordarlo todo otra vez, reconstruir…
Es entonces cuando me pregunto porque tiene todo a mi alrededor tanto interés en mí, en que me calle, en que no escriba, en que ni siquiera asome un poco a la vida…
Creo que pueda ser eso, que la belleza y lo perfecto, lo simétrico, de alguna manera se defienda y no quiera bajo ningún concepto nada, ni siquiera en germen que lo pueda perturbar, apagar su luz, la que a mí me parece tan artificial…