No sé qué ha de decirle a ella, cuando ha de volar o piar, o subirse en mi hombro…
A mi nueva hija menor, la caprichosa de mis ojos…
La cosa es que cuando está encerrada en su jaula es cuando más me pía y más me quiere, que es cuando vengo a sacarla…
Luego, pasado un rato se va de mi lado y me olvida, solo de vez en cuando me mira de reojo por si acaso…
Quizás recuerde que soy quien le echa la pomada en el pico y el desinfectante antiácaros, y que soy quien la atrapa entre sus manos para acariciarla, mientras reniega al tiempo que muerde las pieles muertas de mis uñeros…