He comprado un ventilador por 15 euros, y por 5 euros más me han regalado otro igual…
Es un milagro de cuatro botones con oscilación, y con personalidad propia…
Apenas hace ruido…
He querido regalar su hermano a una vecina, pero no ha querido, pero yo sí que quiero regalárselo…
Ayer lo monté nada más venir de la tienda, solo me hizo falta un destornillador de estrella y una vida de ingenio…
Extremadamente sencillo y delicado, casi como una flor, como un girasol azul celeste…
Desde entonces que lo tengo ahí de pie, haciendo frente a su vida de ventilador, y refrescando la casa de este calor de agosto…
Si fuese un poco más sencillo sería de papel…
Su obsolescencia programada no debe de llegar mucho más lejos de medio verano, pero ahora está vivo, cumpliendo como un señor, dando la razón a quienes gastaron su tiempo en fabricarlo…
No soy capaz de transmitir lo que siento, cuando lo veo girar oscilando, como si estuviera solo en la estancia, sin titubeos ni paradas, impasible y seguro…
Un día será uno de esos ventiladores de trastero, o de los que terminan abandonados en el contenedor para ser reciclados…
Pero ahora está aquí conmigo, de alguna manera protegido a mi lado, volando…