Cuando me aupaba la ola, pensaba en ti, en la comida de hoy, y en una genuina poesía…
Sobre su cresta, caminaba la memoria del último día, el dolor de espalda, mi salud, mi cansancio crónico…
Aún me puedo ver, ahí, suspendido en la inexpresión de mi cara, en retrospectiva, en volandas, ingrávido sobre la espuma…
El agua se me antoja hecha de pequeños destellos de sol, un abanico de luz creadora, mientras permanezco ahí sumido, paralizado, con la sonrisa eclipsada, ajeno, perdido, desencantado, en un óleo sin horizonte, empapado de resignación, eterno...
Creo que algo se me ha quedado hoy prendado de esa ola inacabable, interminable, infinita, o que no ha querido regresar aquí donde nosotros las personas...