Tengo una periquita azul que se cree perro, y muerde…
Llega un momento en el que me parece ver uno de esos tiranosaurios extintos, de color azul, cuando se desplaza volando de un lado a otro de la casa, o se posa sobre mi hombro, tan pequeña…
A veces se cree que es persona y en lugar de piar, dice pío, pío, hablando como lo haría un niño, o una niña…
Es el cariño volador con cara de aguilucho, y malas ideas…
En ocasiones parece tan animal, tan pájaro, y otras parece tan persona…
La quiero, como se quiere a un hijo, a una hija, al hijo que nunca he tenido, a la hija que ya ha crecido tanto que ha dejado ya de ser mi niña, aunque lo siga siendo, que eso es otra cosa…
Me muerde en el cuello, en la oreja, se vuelve loca haciendo como que se vuelve loca y que me quiere comer, la miro y se hace la despistada, vuela hasta el techo de su jaula y continúa con su baile de san vito, inocente y distante, como si no fuese con ella, ni conmigo…
Cuando pienso en ella o como ahora escribo de ella, me pongo tierno como un niño o una niña, como una viejecita, o un viejecito…
Se dormía, apenas le quedaban fuerzas para morir…
Le di de comer mijo con una cucharilla y un poco de agua, apenas comió un par de granos y bebió un sorbito…
Durmió acurrucada esa noche junto al carro del mercado, en el borde de un cubo de plástico de color…
Al siguiente día, nada más despertar, acudimos a verla y ya no estaba, pensamos que seguramente se había ido, o peor aún…
Pero no, apareció desperezándose por encima de uno de los muebles de la galería, había dormido entre unas bolsas de plástico, y estaba viva y feliz…
Como aún no tenía muy claro que la quisiera, las puertas de la galería permanecían abiertas, para que se fuera a casa de un vecino, o volando...
Pero decidió adoptarnos…
Así que, después de darle mijo y un poquito de agua le puse el dedo para que se subiera y la puse sobre la mesa del desayuno… voló por entre el café, la leche, las tostadas, la mermelada de fresas y la mantequilla…
Se nos posaba en el pelo, le ponía el dedo para que se subiera y la colocaba de nuevo en la mesa…
Al principio se quedaba dormida, inflada como una pelota de plumas azul, todo lo contrario que ahora, que es una ardilla que recorre entre requiebros y vuelos rasantes toda la casa…