Me dijo, con el pene y el escroto al aire, encarado al sol...
Con la piel flácida, morena quemada, de viejo...
A mi hija le dio cáncer y en unos meses murió sin que pudiésemos hacer nada por salvarle la vida...
Está mal decirlo, pero era mi mejor hija, la que más quería, con la que mejor me entendía, y que estaba más por mí...
Me vengo aquí a esta playa desierta...
Se me olvida que ya no está y parece que el dolor me es más soportable...
Nunca me hubiera desnudado como un exhibicionista en un paraje frecuentado por homosexuales en busca de plan, como este...
Y lloro cuando me acuerdo de ella...
Como estoy jubilado me vengo a la casita de la playa, a la que antes acudíamos todos, los fines de semana y los veranos...
Ahora solo, sin consuelo...
Tengo 79 y ya ves que bien que me conservo...
Me podía haber llevado a mí, dijo, con la mirada perdida en la mar.