Escuché el sonido inconfundible de la banda de una de las comparsas de moros y cristianos…
Creo que lloré luego…
Justo terminaba de entrar en el cauce del río, y por no retroceder, seguí hasta la siguiente boca calle tomando dirección hacia el bullicio…
Me puse a la cola de la banda, y fui tras ellos pasando bajo los arcos de la calle san Juan, hasta la plaza Mayor del Raval…
Allí sentado sobre mi bici, creo que lloré…
A poco a poco fueron acudiendo otras comparsas, también acompañadas cada una con su banda…
Decir comparsas es decir colores, los de sus ropas…
Y es decir rostros, gentes reconocibles…
Una de las componentes de la banda perdió un tornillo del instrumento que un momento antes tocaba siguiendo los tiempos que no esperan a nadie, de la música festera…
Y no sé cómo alguien le preguntó, le señaló, agache la vista y recogió el tornillo diminuto, de entre los pies ya de otra comparsa…
Lo puso en la tecla de su instrumento, le pregunté, que necesitas?...y le dejé mi navaja para que lo apretara sin importarme que le pudiera romper la punta…
Cero que estaba emocionado ya entonces…
Alcanzó a su grupo y continuó tocando…
Luego la vi otra vez pasar en otra calle del recorrido que va desde la plaza Mayor del Raval, pasando bajo los arcos, subiendo toda la calle San Juan, Juan Ramón Jiménez, Porte Oriola, Alfonso XII, Plaza de baix, Madre de Dios de los desamparados, donde desayuné en la cafetería que hace esquina con calle Troneta, mientras daba tiempo a que pasasen el resto de comparsas…
Luego otra vez a la cola, los acompañé hasta la Iglesia del Salvador, estuve un rato en la puerta, nunca la había visto por dentro, mientras se acomodaban los festeros dentro para escuchar la Santa Misa…
Había gente que fumaba en la calle, recuerdo que pensé, que absurdo…