En mis ratos libres, cuando no escribo, cuando no salgo por ahí en una de mis bicicletas, estoy echando una apuestilla, hablando con mis periquitos, echando lo peor de mí por las redes sociales, o cosas de esas, soy el electricista de guardia…
Anoche me tocó apagar, desconectar farolas una por una en la callejuela vieja del pueblo…
Anoche era la noche de los muertos…
Vestida de telarañas, de las que colgaban arañas de plástico, negras, que parecían reales, habían instalado luces rojas, para que os hagáis una idea, tulipas de semáforo rojas, en tres o cuatro puntos de la callejuela, máquinas de humo, y aparatos de megafonía, la luz se la habían dado los vecinos con alargaderas por las ventanas de los segundos pisos…
Subido a la escalera, iba quitando el fusible a cada una de las farolas de la calle, menos la farola de media calle, que la dejé encendida para más o menos poder seguir viéndome mientras realizaba el trabajo, que no es una urgencia, ni una emergencia, y que me empeño en cobrar aparte y además de la guardia, no como el cabrón, eso dice él, que no quiere fírmame las horas, y que ayer a las seis y media de la tarde, más o menos, me llamó…
Sí?...
Hola, soy Martel, el cabrón que no te firma las horas…
No hombre…
Verás, es que ha surgido una urgencia…no sé por culpa de quién, no se ha tenido en cuenta que la gente esta que viene a montar el túnel del terror, necesita un punto de luz…
A ver si se les puede conectar en alguna parte…
Pues no sé, al principio de la calle tenemos el cuadro eléctrico…
Lo digo por si te tienes que ir antes…
Sí, me voy a ir ahora, tengo que ir a por el coche con las escaleras, ya de paso cogeré una alargadera y materiales…
Acababa de llegar con mi bici vieja nueva del taller, de pagarle treinta euros, de los que gané en una apuesta deportiva, al mecánico…
Esta bici me costó cuarenta euros, parte de lo que gané en otra de mis apuestas, esta bici me trae suerte, se está pagando ella sola…
Estaba cansado porque anoche me llamaron a eso de las ocho dos veces por una alarma, y aunque no fui, cuando me llaman me estreso mucho, luego me llamarón a las cinco y media de la madrugada porque un chico había tenido un accidente y se había llevado una farola por delante…
Así que ya estaba cansado cuando después de la siesta me duché y me fui a buscar la bici andando al taller…
A mí me dan miedo las películas de miedo, y dormir solo en casa…
Cuando se va la Carmen, como la jaula de los periquitos tiene ruedas la llevo a la habitación y cierro todas las ventanas por si acaso…
Los actores ya iban disfrazados y maquillados, cuando me encontré con ellos al principio de la calle, donde iban a instalar la entrada y necesitaban que les diera luz…
Con la bata blanca llena de sangre, roja…
Cuatro o cinco sillas en una especie de consulta improvisada, también manchadas de sangre, y una camilla disfrazada de descuartizadero, toda llena de sangre…
Desconecté la farola y donde mismo estaba conectada les conecté a ellos la alargadera…
Pusieron en marcha los audios que tenían preparados, gritos desgarrados, sonidos guturales ultrasónicos, que sonaban más o menos como los de las películas de terror o de monstruos prehistóricos…
Vibraba todo, eran sonidos inaudibles pero que de alguna manera te llegaban, recorrían tu cuerpo, y daban escalofríos…
Esta musiquica, no será demasiado fuerte esto para los niños?...
Solo pueden pasar mayores de 12 años, decía el médico ensangrentado, sin gesticular, serio, como en una película de miedo…
Se me estaban erizando los bellos del cogote, cuando de pronto y sin aviso, sonó un golpe fuerte, luego gritos desgarradores…
El perro, que cuando todos los años instalamos las guirnaldas de la fiesta de San Francisco, no para de ladrar y de gruñir amenazante, no sabéis como, permanecía callado, ni siquiera cuando desconecté la farola había ladrado, pensé que se lo habrían llevado al campo, estaba callado como una puerta, luego cuando terminó todo a las doce de la noche y comencé a conectar otra vez las farolas lo escuché ladrar…
En la espera, una vez todo instalado y esperando que llegase la hora, me entró hambre, así que me fui a un bar de allí mismo, en el que de vez en cuando almuerzo, sobre todo en verano…
Un bocadillo de tortilla de patatas, una cerveza y unas aceitunicas de estas…
Es de seba…
Qué?...
De cebolla…
Es igual…
Suena otra vez el teléfono, era el cabrón que no me firma las horas, eso dice él…
Una pregunta, las farolas de la plaza de la iglesia se pueden apagar?...
Sí, pero se apagan algunas calles más al hacerlo…
Bueno pues vente para acá…
Dónde estás?...
Es que estoy en el bar, que no he cenado y me estaba comiendo un bocadillo…
Bueno pues apaga las luces de la plaza de la iglesia…
La plaza de la iglesia está a continuación de la calle San francisco, me parecía lógico, así que con la mitad del bocadillo me dirigía al cuadro eléctrico y fui bajando interruptores hasta que se apagaron todas las luces del barrio viejo…
Estaba todo a oscuras…
La gente iba por las calles disfrazada, y de una de sus calles salían sonidos escalofriantes de películas de miedo, gritos, aullidos, tiranosaurios rugiendo, que como todo esta oscuro, se les intuía de caza…
Las niñas disfrazadas, gritaban por las calles, se escuchaban risas…
Aquello cada vez estaba más divertido, con la musiquica, con los golpes de improviso, los rugidos y las luces rojas de la calle a oscuras…
Otra vez el teléfono, otra vez el cabrón que no me firma la horas, eso dice él…
Oye que hace falta que apagues las luces de la plaza de la iglesia…
Si ya las he apagado??...
Quieres decir la plaza de la constitución?, la de la iglesia?...creí que te referías a la plaza de la iglesia vieja como estamos aquí…
No, perdona, me refiero a la plaza de la iglesia, la de la constitución, solo durante una canción, que está actuando un grupo…
Te espero en la puerta de la iglesia…
Dejé los gritos, los rugidos, las luces rojas, y las risas, y me fui con lo que me quedaba de bocadillo de tortilla, comiéndolo sobre la marcha, adelantando gente como podía en las calles todas llenas…
Debes apagar las luces de la plaza, cuando yo te diga, es solo una canción, como tienes que hacerlo?...
El cuadro eléctrico está ahí, donde está esa gente sentada, en las mesas del bar…
Pues vete y apaga cuando yo te diga…
Le dije a una señora que estaba allí sentada junto a sus dos bebés gemelos su marido y su otra hija mayor, tengo que abrir esa puerta para apagar las farolas…
Que guapos que eran los gemelos, uno estaba asustado, pero el otro no, le decía, lo daría todo por tenerlos, tengo dos hijas…
Pues mira así tendrías los dos niños que te faltan, que menuda guerra que dan…
A mí es que me gustan mucho los niños, les enseñaría a jugar a futbol, mi niña pequeña que tiene veintiún años juega mejor que los niños a futbol y la eligen a ella primero…
A todo esto tenía todo el barrio viejo, apagado, con musiquica de miedo y gritos…
Vale ya puedes apagar…
Apagué y lo que quedaba del centro del pueblo encendido se quedó apagado…
En el evento que se desarrollaba encendieron entonces bengalas, lanzaron cohetes que llegaban más alto que la torre de la iglesia, y encendieron una traca, todo esto a oscuras…
Todo se iluminaba con los fuegos artificiales y resultó muy bonito a la par que peligroso, mientras en otras calles a oscuras continuaban los gritos y el terror…
Los gemelos muy bien, tomó en brazos su padre a uno, y al otro su madre, miraba los fuegos sin preocuparse demasiado mientras su hermano lloraba…
Le dije al concejal, al cabrón que no me firma las horas, según dice él…
La plaza de la iglesia está apagada y todas las calles de sus alrededores…
A los primeros grupos que salían del túnel yo les preguntaba, qué da miedo?...
Esto es muy fuerte me contestó un hombre, a otra mujer le pregunté y no me contestó, llevaba los ojos llenos de lágrimas del miedo que había pasado…
Es que a mitad de camino había seis o siete locas vestidas como la niña del exorcista, todas de blanco, llenas de sangre, que interrumpían el paso en la calle estrecha mientras se desplazaban como zombies, se les podía ver desde el principio de la calle donde yo estaba cuando se levantaba un visillo que hacía de puerta…
Algunas niñas salían llorando desconsoladas mientras sus madres intentaban calmarlas, ellas seguían llorando a boca llena, las lágrimas les caían…
Los niños, esos golfillos que andan por las calles, estaban allí a mi lado, cagados de miedo…
Yo les decía, nada más entrar justo cuando se pasa el visillo hay un pequeño callejón, ahí se esconden en la oscuridad un payaso y un zombie que solo salen cuando llega el grupo a sus espaldas…
Tan valientes que son algunos y salían muertos de miedo…
En una de esas pasaron las autoridades, el alcalde y dos concejales, les pregunté si se pasaba miedo y me dijeron que entrara yo…
Pero es que a mí, las cosas que dan miedo, me dan miedo…