¿Se imagina una empresa inmune a la crisis, los recortes de plantilla o la baja productividad? ¿Una compañía en la que la nómina más modesta roza los 4.000 euros mensuales, la asistencia al puesto de trabajo no es obligatoria -salvo para pulsar de cuando en cuando un botón- y la semana laboral es de sólo tres días? ¿Una firma cuyos empleados disfrutan de dos meses de vacaciones en verano, casi dos más en Navidad y un par de semanas blancas en febrero? Pues, aunque le cueste creerlo -y le devore la envidia-, esa empresa existe. Y su sede social no está en Jauja, sino en la Carrera de San Jerónimo.
Es probable que lo que acaba de leer le resulte demagógico, pero lo que sigue no es ninguna broma: el Congreso cierra de nuevo por vacaciones. Sólo han transcurrido 10 días desde que la mayoría de los 350 diputados puso fin a su descanso navideño, que se prolongó durante casi dos meses. Y, a pesar de ello, los escaños volverán a quedarse hoy vacíos -cuando concluya la sesión de control al Gobierno- hasta la segunda semana de marzo.
El PP ha tratado de impedirlo en la Junta de Portavoces y la Mesa del Congreso para evitar que la indignación de una ciudadanía maltratada por la crisis se desate otra vez contra los privilegios de sus señorías. Pero el PSOE, con el respaldo de los demás grupos, se ha negado a modificar el calendario de sesiones.
El pasado día 3, la Junta de Portavoces dio su visto bueno a la supresión de las tres sesiones plenarias -martes, miércoles y jueves- fijadas en el calendario parlamentario para la última semana de febrero. La razón esgrimida por la vicepresidenta primera, la socialista Teresa Cunillera, fue que el domingo 1 de marzo están convocadas elecciones autonómicas en Galicia y el País Vasco, y que, "conforme al criterio existente", la cita con las urnas y el Pleno del Congreso no debían coincidir en la misma semana.
Ese "criterio existente" no es otro que la costumbre -eufemísticamente llamada cortesía parlamentaria- de suspender las sesiones plenarias durante la semana en la que se celebran unos comicios. Una ley no escrita que originalmente fue aplicada para que los diputados pudieran hacer campaña electoral en sus respectivas circunscripciones, y que todos los presidentes de la Cámara -incluido José Bono- han respetado hasta la fecha.
Un nuevo bochorno
En aquella reunión de la Junta de Portavoces, Soraya Sáenz de Santamaría planteó trasladar las sesiones plenarias inicialmente fijadas para la última semana de febrero -antes de que se convocasen las elecciones en Galicia y el País Vasco- a la primera semana de marzo, marcada como inhábil en el calendario. Pero la portavoz del PP se quedó sola.
Sáenz de Santamaría argumentó que la actividad legislativa no podía sufrir otro parón justo cuando acaba de arrancar el nuevo periodo de sesiones, que transcurre entre los meses de febrero y junio. Y, aunque no lo dijo expresamente, en su ánimo estaba el evitar a la Cámara un nuevo bochorno, tras el aluvión de críticas provocado por las imágenes que, una semana sí y otra también, muestran un hemiciclo semivacío.
Cunillera replicó que la decisión definitiva la adoptaría la Mesa del Congreso -el órgano de gobierno de la Cámara-, y ésta falló la semana pasada -de nuevo con la oposición del PP- a favor de suspender a partir de hoy las sesiones plenarias, que no se reanudarán hasta el próximo 10 de marzo. Ayer, la Mesa ratificó esa decisión.
"Es una vergüenza, y no me extraña que, con la que está cayendo, los ciudadanos nos pongan a parir", aseguraba ayer a El Confidencial una diputada del PP en los pasillos del Congreso. "Yo soy un estajanovista del trabajo, pero el PSOE impuso su criterio y ahí se acabó el debate", se defendía un diputado de ERC. "Es la semana blanca del Congreso", añadía con sorna un veterano periodista parlamentario.
De los 181 días que tiene el primer semestre de 2009, los diputados sólo trabajarán 43. Los otros 138 podrán emplearlos en actividades privadas y remuneradas -apenas el 12% de los miembros de la Cámara tiene dedicación exclusiva-, en tareas de partido -quienes compaginen el escaño con un cargo orgánico-... o en lo que les venga en gana.
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